Prohibido volar alto

Desde mayo de 2013, la ley en Suazilandia prohíbe a las brujas volar a más de 150 metros de altura. La norma, promovida por la Autoridad de Aviación Civil de Suazilandia, procura evitar que el habitual vuelo de las brujas, con escobas o sin ellas, se constituya en un peligro para el paso de los aviones. Y la misma ley advierte que la bruja que se remonte por encima del límite establecido será arrestada y tendrá que pagar una multa la primera vez, y hasta puede ir a la cárcel si reincide.

Pese a ser un país muy chiquito (de hecho, diez veces más pequeño que el diminuto Uruguay) enclavado entre Sudáfrica y Mozambique, Suazilandia está lejos de ser un país de leyenda: forma parte de la Unión Africana y de las Naciones Unidas. La ley no dice nada acerca de los brujos, mucho más numerosos entre la gente bantú, xhosa, ndebele y zulú que puebla el país, pero (al parecer) completamente incapaces de levantar vuelo como las brujas. Tampoco resulta tan obvio que la norma sea producto de un imaginario primitivismo tribal africano: parece evidente (escobas mediante) que el modelo de brujas que Suazilandia tiene tan vigente como para que figuren en su código penal es (tanto como la monarquía, la ostentación vergonzosa de los poderosos y los conflictos de género) herencia cultural de sus amos ingleses, que dominaron el país hasta 1968, cuando terminaron de arrancarle sus minas de oro y diamantes.

Adelanto inédito de mi próximo libro "Que las hay, las hay. Brujas de dos mundos"